lunes, 19 de julio de 2010

Moda

Me pregunto si tanto yo como Borges y Cortázar no seremos culpables de una moda literaria, que aburrirá a futuros lectores.
Adolfo Bioy Casares @ Historias fantásticas

miércoles, 14 de julio de 2010

Gay desde los ojos de un mafioso

Sé que el título del post parece decir que voy a hablar del discurso de algún senador/diputado/político, pero no!
En relación a la entrada anterior, y a estos días donde se está discutiendo la ley de matrimonio entre gente del mismo sexo, voy a postear un diálogo que ayer vi en un capítulo de The Sopranos. En el diálogo interviene Tony Soprano (James Gandolfini), y su psicóloga, la Dra. Jennifer Melfi (Lorraine Bracco). El diálogo es un poco largo (para mi gusto), pero no tiene desperdicios (tampoco espoilers).
Ahora entremos en clima, recuerden que es un capo de la mafia hablando con su psicóloga sobre un súbdito que resultó ser homosexual:
Dra. Jennifer Melfi: Ud. dígame. ¿Cuál es el problema?
Tony: Él es mari-ca.
Dra. Jennifer Melfi: ¿Y?
Tony: ¿Qué se supone que haga ahora?
Dra. Jennifer Melfi (sonriendo): ¿Sobre qué?
Tony (irónico): Ya lo sé. Nacen así, ¿no? No es su culpa. Francamente creo que se tienen lástima.
Dra. Jennifer Melfi: No creo que lo vean como un defecto.
Tony: En su círculo seguramente tiene todo tipo de gays y trans-lo-que-fuere de todos los colores. Pero no de dónde yo vengo.
Acá el diálogo se pone un mejor, veamos:
Dra. Jennifer Melfi: Ud., en lo personal... ¿cómo se siente respecto a la homosexualidad?
Tony: Me parece repugnante. Hombres que besan hombres, y van de la mano por la calle. Ahora todos los programas de TV le refriegan la nariz en ello. Aunque ése... el de lesbianas con... Jennifer Beals, no está mal. ¿Es lesbiana en la vida real? Realmente me importa un carajo lo que la gente haga tras puertas cerradas, son adultos conscientes. Aunque no se olvide: soy un católico estricto. Estoy de acuerdo con el Sen. Sanitorium, que dice que si dejamos que las cosas lleguen muy lejos, pronto estaremos cogiéndonos a los perros.
Dra. Jennifer Melfi: Oigo mucha ambivalencia.
Tony: Mire, el tipo al que descubrieron... los que trabajan para mí piden cabeza. Su cabeza. ¿Qué carajo? El y yo estamos en el negocio de la construcción. Ahora, algunos de los viejos miembros de la unión, los contratistas, no querrán ser vistos con él. Y hablo de contratos enormes, de muchísimos dólares.
Dra. Jennifer Melfi: Muchos en su círculo deben haber ido a prisión. No pueden desconocer el contacto sexual entre hombres.
Tony: Esas cosas se dejan pasar.
Dra. Jennifer Melfi: Pues qué bueno.
Tony: ¿Qué van a hacer? Allí no hay mujeres. Uno está cinco, 10 años adentro. Quiero que conste que mi encarcelamiento fue muy breve, así que nunca necesité nada anal... ya sabe.
Dra. Jennifer Melfi: Y este hombre al que descubrieron, ¿qué dice?
Tony: Ud. cree que miento, ¿no? Sobre cuando estuve preso.
Dra. Jennifer Melfi: No le he dado indicación de que piense que miente.
Tony: ¿Qué carajo? Supongo que algo dentro de mí dice, Dios lo bendiga, salud. ¿A quién le importa? Digo, yo tuve una segunda oportunidad. ¿Por qué no él?
Dra. Jennifer Melfi: ¿Parte de su nueva actitud?
Tony: Quizá.
Dra. Jennifer Melfi: Entonces lo saludo.

lunes, 12 de julio de 2010

Do The Evolution, Baby

Una de las peores caras de la tecnología es que deja sin trabajo a la gente. En algún momento este argumento tuvo mi atención. Los pocos trenes que quedan casi ni tienen al viejo guardabarrera, las barreras automáticas los fue eliminando. El pobre desempleado es sólo una cara, del otro estaría la disminución del precio del boleto del transporte público. Seguramente este hombre terminó con un trabajo mucho mejor (al menos no tan solitario).

Si todo se podría reemplazar por maquinaria, las cosas bajarían sus precios hasta no costar nada (al menos que Orwell tenga razón).

La industria discográfica y la cinematográfica están sufriendo por lo mismo: la tecnología. Esto no es nada nuevo, pero la reciente caída de la MGM (pongo las siglas porque sólo llegué a escribir de memoria "Metro") me hizo dar ganas de terminar este post. La tecnología en este caso está llevando la producción del artista directamente (y casi sin costo) a los clientes. Algo que es realmente buenísimo, ¿el problema? que las industrias afectadas son muy grandes y poderosas como para forzar a que se hagan leyes (como la que impulsó el novio de Carla Bruni).

Tampoco estoy a favor de la piratería, creo que los artistas deberían cobrar por el trabajo que realizan (como todo el mundo). Pero no creo que el arte (si, digamos arte) debería estar manejado por corporaciones. De paso, estas corporaciones tampoco van a dejar de existir (MGM si), se van a encargar de la organización de recitales, de la financiación de álbumes, la distribución de soportes físicos, de preparar los pochoclos, de realizar publicidad y ejercer la payola (al menos para los no tan bien dotados), y un montón de cosas mas.


jueves, 1 de julio de 2010

Los perfectitos

A uno a veces le da cosa escribir sobre ciertos temas. Sobre todo cuando son espinosos, cuando puede repercutir de tal o cual modo en quien los lee. Pero cuando algunas cosas son escritas, y no trascienden (por poco que trasciendan) a nuestra plataforma, que es TTMO, y quedan sepultadas en “Mis Documentos”, hacen ruido. Me dejan incomodo. Tras un tiempo, de leerlos, de modificarlos, de repensarlos, dan el salto, y aparecen hoy y ahora aquí. Este escrito en particular, es uno de esos.

Uno de esos espinosos temas, tan en boga hoy en día, es el matrimonio entre personas del mismo sexo. Hace unas semanas, tuve una discusión con unos amigos, que no termino de una forma muy amigable, pero que me hizo pensar mucho, y merced a esa charla, llego este texto, que hoy comparto en TTMO.

Los Perfectitos

Cierto sector de la sociedad, cree que la homosexualidad es una enfermedad. Una alteración de la normalidad. Justamente, porque creen en la normalidad. Fea palabra. Creen en un estándar. Algo que viene determinado, social o religiosamente. Algunos, creen que el señor dios nos hizo de una forma. Y esa es la única forma aceptada por ellos. Entonces, la normalidad divina, es la heterosexualidad. Y si te gusta una persona del mismo sexo, sos un espurio pecador, y debes ser castigado, condenado al fuego eterno. La explicación deviene celestial. Mientras, lo social, es un poco mas complejo, pero tiene el mismo medio (la anormalidad), y el mismo fin (allá pecadores, acá inferiores). En ambos casos, se incurre en una discriminación justificada por argumentos que (afortunadamente) día a día se caen a pedazos.

Sin embargo, aquellos que defienden la perfección hetero, siguen recayendo en falacias, amparándose en la biblia, en ¡la extinción de la raza humana!, o en el mismísimo Freud (quien a tiempo logro modificar sus teorías sobre la homosexualidad, diciendo, por ejemplo, “Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como si fuera un crimen, y una gran crueldad también”), para sustentar una desigualdad que creen lógica.

Los perfectitos, los normales, no aceptan como propios a los anormales, a los raros, a los que exceden la regla. Los gordos, los flacos, los bajos, los altos, los ciegos, los sordos, los pobres, los mancos, los rengos, los putos, somos inferiores para ellos. Y si uno de estos seres alienados, “padece” uno de estos males, reprimirá su conducta, la tachará, la intentará llevar al olvido, para seguir siendo perfectito.

Hay personas que piensan que la homosexualidad es una enfermedad. Hay obispos que quieren mandar a los homosexuales al psiquiatra. Hay gente que cree que la orientación sexual se puede torcer. Hay gente que piensa que la raza humana se extinguirá, si finalmente se aprueba el matrimonio gay. Hay gente que cree que los putos son distintos, diferentes, desiguales. Inferiores.

Lo que la religión, la ciencia, y los perfectitos no entienden, es que, paridos de la misma sociedad de la que nacemos hetero y homosexuales, volveremos a nacer hetero y homosexuales. Casados o no, con igualdad de derechos o no, discriminados o no.